Observer observed
El Observador observado
©Por Abdel Hernandez San Juan
La cuestión y el concepto del observador observado que nos proponemos discutir y analizar aquí, tiene una trayectoria específica y compleja dentro de la epistemología y de las ciencias sociales.
Nuestro objetivo es discutir cuales son estas matrices, en que sentidos y desde cuantos puntos de vista, damos con la diatriba del observador observado primero en filosofía de las ciencias y cuales son para mi sus posibilidades actuales en ciencias sociales.
En principio, cuando mencionamos el concepto, de inmediato tendemos a pensar en su expresión literal, imaginamos a alguien que observa, por ejemplo, desde una ventana un mundo, una realidad o una serie de objetos, mientras al mismo tiempo algún otro lo observa desde una tercera posición observando, o bien distanciamos la escena del observador como imagen objetivada, por ejemplo, alguien que mira por un telescopio, con unos auriculares o desde un mirador tomado por una fotografía que lo recoge como imagen mirando.
Pero el concepto del observador observado también lo tenemos en determinadas escenas espaciales donde por uno u otro motivo unas personas observan a otras personas observando, por ejemplo, en los mercados populares urbanos cualquier imagen que nos hacemos de ellos cuando los miramos, bien sea que miremos en el primer plano, en clouse up, en planos medios o en panorámicas, siempre veremos que su principal configuración como fenómeno social espacialmente hablando, radica en que se trata de escenas en las cuales unos observan cosas mientras otros los observan observando, esto puede verse en su configuración general, es decir, remitiéndonos a imágenes panorámicas amplias, pero también rige los planos cercanos donde todo en la subjetividad y las relaciones intersubjetivas en la máxima proximidad radica en ello mismo, que desde cualquier plano que lo veamos, lo que unos hacen es observar observando observadores a la vez que ser observados observando.
De esta forma, si nos preguntamos cual es el punto de vista privilegiado que debemos considerar como ese si el punto de vista más o menos objetivo, más o menos subjetivo, más o menos realista, más o menos verdadero, hayamos, que debido a que se trata de una realidad cuyo ser en si de realidad consiste en que todo lo que la define en su propia ontología, es que no puede darse una idea objetiva de aquello en lo que consiste en si misma sin que siempre recojamos a observadores observados, los mercados populares urbanos se establecen como la imagen por excelencia de la imposibilidad del punto de vista o de un punto de vista elevable por sobre otros al status de ser ese si el verdadero, el más objetivo o el que debe suplantar a los demás. unos miran las mercancías que quieren comprar, mientras otros miran a los que están mirando esas mercancía mirando, el vendedor ve a un comprador que observa y cientos de otros compradores que observan a la vez y de vendedores que los observan observando, los mercados urbanos, son conglomerados de cuerpos, miradas, intercambios de expresiones, gestos y desplazamientos en los que la gramática principal radica en que unos observan a la vez que otros los observan observando y más allá, en la que cada individuo es a la vez observado y observador de otros observadores, es decir observador observado.
El concepto de observador observado, tiene asi una extensa y amplia configuración.
En ocasiones suponemos las escenas en las cuales dentro de un film se nos muestra a aquellos que hacen el film, es decir, cuando entra en escena como parte del film, el setting de aquellos que hacen el film como ocurre en ocasiones cuando un film se aleja de sus propias escenas en la dramaturgia y muestra el montaje en que ello se hace como ocurre en fellini. También pensamos en esos programas propios de Hollywood cuando se hacen entrevistas a personas que participaron en una filmación, actores, director, diseñadores de vestuario, donde se nos habla de cómo se hizo en tiempo pasado o de cómo se piensa hacer en tiempo futuro o bien de como se está haciendo, en tiempo sincrónico procesual, un film. Ahora bien más allá de esta perspectiva general en la cual nos representamos al observador observado como la imagen a partir de la cual un punto de vista no puede ser absoluto sino que siempre habrá otro punto de vista que mira el punto de vista del otro, también se trata de un concepto que tiene acepciones más ricas y complejas tanto en la epistemología en general – ciencia de todas las ciencias- como en la epistemología de las ciencias sociales, y es este precisamente, el concepto de observador observado que abordaremos aquí
De hecho, nuestro objetivo en este ensayo es discutir estas implicaciones más complejas del observador observado, retrotraernos por un momento hacia la filosofía de las ciencias y hacia la epistemología de las ciencias sociales para analizar cuáles son las matrices epistemológicas que definen al observador observado
En sentido general se hace explicito que estamos frente a un concepto que presupone, a pesar de que como veremos en este ensayo, es inescapable a una teoría epistemológica sobre el status ontológico mismo del conocimiento, en principio una crítica y una deconstrucción de ciertos presupuestos absolutistas que estuvieron en la base de la idea de un observador único, inmaculado, asegurado de una vez y por todas, asistido por un verdad absoluta que lo resguardaba como observador garantizado de antemano y se vincula en general con el relativismo que primo tanto en la teoría misma de la relatividad en la física, como en la física cuántica cuando el observador fue declarado subjetivo
Sin embargo, a pesar de estas acepciones deconstructivistas donde cuando decimos observador observado parecemos relativizar o incluso negar que pueda existir algo asi como un punto de vista absoluto, fijo, privilegiado y dado de antemano como ese si el que garantiza la observación certera, la imagen verdadera de la realidad objetiva, la descripción fehaciente, a diferencia de otras, etc, donde el observador aparecía rodeado de una aureola de certitudes, pero donde al mismo tiempo todo se reducía a confrontar luego distintos observadores para entre ellos discernir cual era el más objetivo, el más realista, el que mejor observaba, etc, ideología que condujo a dividir los criterios de objetividad entendidos como una confrontación entre observadores absolutos, es claro que el concepto de observador observado no solo relativiza aquel supuesto de observador único y privilegiado, también tiene implicaciones epistemológicas más profundas en la discusión misma de asuntos de filosofía de las ciencias.
Por un lado está en la base de todo el deconstructivismo en filosofía de las ciencias a partir del cual hemos relativizado todo lo que en la historia de los criterios de objetividad en ciencia presupuso esa certitud garantizada de antemano.
Si hemos llegado a la idea de que el concepto de historia no se refería a otra cosa que a formas de textualidad y que no existe algo asi como una relacion necesaria entre los acontecimientos y los textos que pretenden fijarlos como si estos últimos fueran la expresión inmanente de lo que aquellos fueron, si hemos relativizado que existan géneros del discurso o del lenguaje que capten mejor la realidad que otros o que sean respecto a aquella, la realidad misma, cuya conformación ontología como decía Hegel ha sido siempre desde el principio experimental ella misma, esos si los certeros, realistas y objetivos, ha sido precisamente gracias al observador observado. El concepto de objetivación de la objetividad, de hecho, no ha venido a subrayar otra cosa sino precisamente que no existe punto en el cual fijar la mayor objetividad, la mayor realidad o la mayor veracidad de ninguna observación ni respecto a la realidad, ni respecto a los acontecimientos ni respecto al modo en que se crean ilusiones de fijar la verdad de los acontecimientos en formas del lenguaje.
En pocas palabras, hay una relacion estrecha entre el observador observado y el relativismo respecto a la representación a la vez que paradójicamente por ello mismo una relacion estrecha entre el observador observado y el hecho de que ningún observador o modo de la observación puede ser dada como esa si la certera sin quedar expuesta a ser una observación observada, el concepto de observador observado nos conduce asi a lo que aquí llamaremos, retomando algunas de las principales discusiones teóricas de fines de siglo pasado, la crítica de la representación.
En ciencias sociales el asunto nos remite directamente al problema de la objetividad del conocimiento, de la vertitatividad, de la corroboración empírica, de las garantizas mayores o menores de que una representación sea científica o no lo sea, asi como a que sea más o menos adecuada respecto a aquello que representa. Y es precisamente por este motivo que nos exige una reconstrucción de este dilema.
Veámoslo asi
Desde Durkeim, uno de las cuestiones que ha estado al centro en la definición de la especificidad de la sociología, es la de definir los hechos sociales como cosas a modo de que podamos precisar en ellos que los hace propiamente sociales y no otra cosa, es decir, elementos conformadores de lo que hace propiamente social un mundo a diferencia de lo cultural y de lo individual, precisiones ulteriores a Durkeim hechas por Popper y Parson, pero esta definición tiene, antes de Durkeim y después de Durkeim hasta la sociología contemporánea, todo un trayecto complejo y disputado por tendencias variadas por un lado, para definir lo que es social o sociedad, a diferencia de lo que es individuo o de lo que es cultura o economía, se presupone hacer un recorte sincrónico del todo a modo de ahora y aquí, captar aquello que diferencia lo propiamente social de cualquier otra cosa, lo diacrónico, lo que presupone una linealidad consecutiva, solo puede ser social si se trata de una secuencia relativamente pequeña que recoge un intervalo que en su conjunto ocurre dentro de una estructuralidad sincrónica, si la diacronía, entiéndase sucesión lineal, deja de corresponder a un intervalo o secuencia cuyo conjunto es pequeño, como por ejemplo, en una secuencia cinemática, es decir, que transcurre dentro de un todo en cuyo conjunto lo lineal aparezca recogido y englobado por una estabilidad sincrónica, ahora y aquí en lo espacial y en lo temporal, cualquier cosa de la que hablemos, dejara de ser propiamente social y pasara a formar parte o bien de la memoria o bien de otros dominios que ocupan a la arqueología, los archivos, la cultura, la filología o la historizacion, por ejemplo, los hábitos estos tienen una cierta secuencia o intervalo diacrónica desde el momento en que si son hábitos han sido adquiridos y se repiten con cierta ritualidad, pero presuponen una estabilidad sincrónica ahora y aquí, un habito o una serie de hábitos es algo delimitable dentro del presente de una sociedad en que transcurren sincrónicamente actividades de socialización e interacción social, las costumbres cubren a su vez un intervalo diacrónico más largo, se extienden más en el pasado de la reproducción cultural y pasan a ser pues objeto de cuestiones que se salen propiamente de lo social y por lo tanto de la sociología, pero una parte de ellas, allí donde las costumbres se actualizan e integran una forma social presente, es recogida
por el recorte sincrónico en que participan en el mundo social y entran asi a ser consideradas por la sociología.
En el lenguaje el habla es una primera forma de institución social desde el momento en que aunque se actualiza continuamente en su ejercicio cotidiano, el hablar de personas y actores sociales en que adquieren forma los modos de la intersubjetividad comunicativa o de los mensajes mediáticos entre otras formas, remite a una lengua estable de forma duradera en el tiempo y por lo tanto transmitible, el habla se adquiere en la adquisición de una lengua y es al mismo tiempo el modo de actualización de la existencia misma de la lengua, pero lo estudios etimológicos y filológicos que se ocupan del pasado de la lengua se salen de esa sincronicidad y entran a un espacio de linealidad memorizada que corresponde a la arqueología de las lenguas búsqueda que nos conduce al estudio de la cultura a través del lenguaje y desde el momento en que estudiamos la cultura ya no estudiamos lo social o la sociedad, entramos el dominio de los estudios de la cultura y asi comenzamos a alejarnos de la relacion entre sociología y presente sincrónico Por otro lado, lo meramente interior a la conciencia individual o a la subjetividad del individuo y de las personas, que remitimos a una psicología, se aleja del dominio de lo propiamente social, pero por otro lado, este supuesto de que lo que es meramente social y no otra cosa comienza donde termina el individuo, es decir, afuera de lo que consideramos su subjetividad y su conciencia, tropieza con el hecho de que muchas cosas vistas desde lo individual también pueden considerarse sociales, como por ejemplo, como decía, su lengua, todo individuo habla una lengua y en tanto tal la hace individual y la expresa en modo individual, pero al mismo tiempo, la adquiere de una tradición, la revive de una transmisión, la hereda de un acervo, la obtiene como estaba ya previamente formada y en la medida en que la habla cumple con su performance individual, el proceso de reproducción cultural más amplio, por medio del cual la cultura misma se reproduce transmitiendo esa lenguaje de individuo en individuo, Con un sentido similar ocurre con los hábitos, las costumbres, las tradiciones, los valores y otros fenómenos que hayan en lo individual una expresión privilegiada sino principal pero que el individuo lo recibe en cierto modo con una forma que le llega pre-dada.
Ahora bien, si nos paramos en este punto, entonces aquellos dominios que habrían de ocuparse de lo propiamente individual se verían invadidos por miradas externas a lo propiamente individual y en este sentido frente a la sociología, la psicología reclama para sí una precisión que pase en forma directa desde la subjetividad de la conciencia como es comprendida cuando la vemos filosóficamente hacía, desde esa abstracción individual lo meramente individual pues de otro modo todos los dominios que presupongan cuestiones que competan a más de un individuo atravesarían de un extremo al otro el plano de lo individual dejándolo sin su conformación propia
El individuo, de hecho, cada individuo, es una monada, el mundo es experienciado solo y únicamente por individuos, y solo desde ellos puede o no corroborarse lo aplicable o no a los demás que deriva de cómo lo ve cada individualidad, su principio individuado, requiere el despeje de un espacio que no puede ser remplazado por lo social y lo cultural
Frente a esta diatriba la sociología en que respetamos el territorio genésico y generador que corresponde a lo plenamente individual, sale a buscar lo que podemos considerar propiamente social entonces después de lo individual, como una acción o acto unidad que ese individuo genera, es decir, que se hace enteramente social cuando es ya una acción de ese individuo que presupone a otros bien sean en sus comunicaciones, bien sea en sus acciones, interacciones, significaciones, interpretaciones y sentido común.
Diluidos en el territorio de la reproducción, lo social propiamente dicho no puede hallar sus recortes propios diseminados entre lo individual y lo cultural, al mismo tiempo adquirir su especificad, una ciencia, tiene que mostrar la especificidad de unos métodos, pero esa especificidad no puede nunca justificarse por sí misma en metododos si estos no vienen a la par de una definición que recorte con precisión cual es el objeto de una ciencia. Sabemos que la sociología, a diferencia de la psicología, no puede ocuparse de los estados internos del individuo o del sujeto, no de su psique o de los reflejos de su conciencia individual, sino antes bien de algo que principia a ser a diferencia de lo individual enteramente social, pero por otro lado, la definición de lo social como algo en sí mismo, tropieza con el hecho de que muchos aspectos conformadores del individuo son también sociales como por ejemplo el lenguaje y dentro de esta el habla que como sostiene Derrida comienza por ser aquello que siendo individual a cada persona es al mismo tiempo la primera institución social desde el momento en que es adquirida y performada con iguales características por muchos individuos en todo lo que hemos dicho hace un momento tenemos formas de hacer explícito a un tercero el lector, diatribas del conocimiento respecto a ti
mismo, y el exponer o hacer explicitas estas diatribas, dominio que corresponde a lo que llamamos filosofía de las ciencias, el análisis de en qué presupuestos se basan nuestros recortes de lo que consideramos asertivo o asertorico para emprender una forma de conocimiento, la condición univoca, privilegiada, de un observador absoluto que de una vez viene auspiciado por la garantía de que su método es el que posee la objetividad indiscutida está en discusión.
De modo que la primera forma del observador observado la tenemos en la filosofía de las ciencias, cuando nuestros conceptos sobre lo que habrán de ser modos de la observación queda sujeto a una reflexividad en la que los parámetros mismos de la observación entran a ser discutidos y cuestionados. De hecho, no solo en el recorte de lo que hace especifico un modo de research se presenta este dilema también lo tenemos en los parámetros sobre ambas cosas, certitud o veritatividad, por un lado, y método por el otro. Una de las cuestiones en que más claramente se ha planteado el dilema del observador observado en ciencias sociales, en principio en la sociología de nuestras propias sociedades occidentales contemporáneas, pero luego también en la antropologia cuando no siempre se trata del estudio de la cultura que a uno le es familiar o cotidiana es el de cómo, cuando las investigaciones van más allá de meros temas, y suponen la relacion empírica con determinados grupos sociales, resolver la diatriba en términos empíricos de entrar en relacion con esos grupos sociales respecto a lo cual en principio se ha hablado de observación participante.
Ahora bien, este extrañamiento, lo tenemos en las comunicaciones y en las relaciones sociales antes de que surja en nosotros la pregunta desde la perspectiva de un objetivo de investigación, de hecho, entrar en cualquier situación social de la cual la persona que quiere entrar no forma parte, presupone en la vida cotidiana procedimientos y métodos.
Si dos personas hablan en una parada de autobús y una tercera llega puede preguntar si hay una cola y esa pregunta, que viene predada en la pertinencia de la situación, pues si se está en la parada del bus es de suponer exista la posibilidad de que las personas tengan entre ellas un orden, puede facilitar como situación que esa tercera persona y las dos previas inicien una comunicación que comenzando en ese tema pase a otros temas o puede interrumpirse, si la tercera persona, es un sociólogo que está participando en la discusión de nuestro ensayo con toda probabilidad se valdrá de la pertinencia de la situación para avanzar desde allí hacia la posibilidad de entrar en relacion con esas personas hablando de otros temas, pero si la tercera persona es un individuo ordinario cualquiera en el mundo de vida, posiblemente no repare en el hecho
Ahora bien, esta doble intencionalidad supuesta en que la tercera persona forme parte del tema de nuestro ensayo, tiene implicaciones éticas en ciencias sociales. Si procedemos a investigar personas valiéndonos de situaciones de sentido común sin que estas sepan estamos en cierto modo utilizándolos como conejillos de india para algo instrumentalmente y esto es problemático al menos para aquellos que partimos de una concepción fenomenológica en la sociología, es decir, en sociología del conocimiento se presenta como no ético hacer que las personas se vuelvan objeto de una investigación sin saber que están siendo estudiados.
Hay sin embargo muchas metodologías a las que no les importa este asunto ético, por algún motivo, dado en puestos que el sociólogo tiene en alguna institución de gobierno, de gestión, de administración, de política o de cualquier otro objetivo que usa instrumentalmente a la sociología, el investigador se posiciona desde una posición de superioridad sin ponerla en entre dicho y hace uso de metodologías que estudian a los seres humanos como si fueran insectos o especímenes.
La llamada observación participante no ha tenido en ciencias sociales nunca una acepción que escape a este dilema. Se habla de observación participante desde la perspectiva de un tercero al cual se le está informando de una investigación en la que uno ha sido arte y parte, es decir, en la que uno ha estado observando en un modo distinto al que observan los demás sujetos en una situación y en el que uno ha estado a la vez de algún modo participando. Ha sido pues un concepto que no ha tenido nada de verdadera participación El estructuralismo en sociología, pero sobre todo en antropologia, no pudo escapar a este dilema y aunque menos que otras tendencias, de igual modo quedo remitido a un uso de la gente. Solo en la sociología fenomenológica, sociología del conocimiento, hemos resuelto este dilema en toda la historia de la filosofía de las ciencias.
Nunca antes, no ya dentro de la misma sociología y las ciencias sociales, sino incluso nunca antes en la epistemología de las ciencias este dilema había sido resuelto, solo quienes partimos de una orientación fenomenológica en sociología lo hemos resuelto.
Nuestra perspectiva es la siguiente, la sociología no debe ser sobre un mundo que no sea el propio mundo de vida del sociólogo, la sociología debe ubicarse desde el mundo de vida mismo en que vive y experiencia el sociólogo, debe presentarse a la propia experiencia de vida del sociólogo, en esto nos movernos claro está más allá de nuestros predecesores, Shutz, Thomas Luckmann y otros etnomeotodologios como mead y garfinkel, entre otros, pero partimos de llevar hacia nuevas posibilidades despejes que tienen sus precedentes en esta línea
Desde esta perspectiva consideramos que la observación participante como la hemos recibido en las ciencias sociales es limitada y en realidad ficticia. Ningún observador que se posiciona frente a un mundo social, una situación social, una interacción, una relacion con grupos sociales, como un observador que trae presupuestos distintos a los de ese mundo de vida, que se considera a sí mismo ajeno, extraño, exógeno, que investiga algo que es distinto de suyo y que no forma parte de su propio horizonte intramundano y de experiencia, puede ser un verdadero participante en una situación y sobre todo mucho menos entenderla en términos de sentidos y significados, en términos de comprensión
La comprensión en ciencias sociales requiere movernos más allá de la observación participante hacia un modalidad que conjuga por un lado es restablecimiento del horizonte del mundo de vida del propio investigador como aquello que llama su atención y segundo como una modalidad de relacion a un mundo en la cual el observador es observado, primero por si mismo, segundo, por la reflexividad de la propia ciencia que trae al primer plano la problemática ética del conocimiento envuelta en ello y la discute, y tercero porque al ser una sociología del conocimiento el conocimiento científico y el sentido común se unen uno dentro del otro y todo observador bien sea dado como un tipo ideal o dado como la propia experiencia del research, es al mismo tiempo observador observado
Tenemos respecto a esto un ejemplo en la antropologia y la etnografía precisamente porque en esta última cuando se trata no de una antropologia de nuestra propia sociedad occidental y contemporánea sino sobre otras culturas, dado que los contrastes son mayores entre la cultura del autor y la cultura de que se trata en cuestión, solo en principio el observador observado alcanza un mínimo requerido por un lado de honestidad y por el otro de objetividad toda vez que la presuposición de que se puede ser objetivo respecto a una cultura y una sociedad cuyos sentidos y significados intramundanos se desconocen, está descartada para nosotros.
Para conocer una sociedad hay que formar parte de ella y transformarse culturalmente con ella y desde ella lo que algunos han llamado el síndrome de volverse nativo, ninguna antropologia puede ser objetiva respecto a una cultura si el antropólogo no emigra a esa cultura, podemos asi reunir en un lado, a todos aquellos que estuvieron muy alejados de esta comprensión creyendo que bien fuera con formalismos lógicos, estructura, función, empíria, etc, bien fuera con técnicas en el terreno, se podía lograr una mejor y más certeramente objetiva observación participante o generalización comparativa. Negamos esto de forma rotunda, ninguna cultura puede ser conocida con objetividad sin emigrar a ella
En este sentido, solo la antropologia que lejos de presentarse a sí misma como aquella que ofrecería una representación directa, empírica o comparada de una cultura autorizada se presentó a sí misma como afectada por la diatriba de la relacion observador observado mantuvo respecto al dilema mismo de la antropologia y la etnografía una cierta objetividad, esta objetividad seria aquí epistemológica y ética.
Estoy pensando, en el presente actual de la antropologia en ensayos como mi ensayo Making Sense: Constructivism in sociology donde desde el principio se trae al primer plano el dilema de las inscripciones que uno le significa a aquellos en quienes se interesa, en ese ensayo un ejemplo urbano de recogedores de latas, pero estoy pensando también en modalidades de etnografía que situaron en el primer plano el ojo de la cámara, el hecho de emplazarse en una cultura, en unos espacios, en unos lugares, con medios que tienen determinados significados que están previamente significados por los grupos sociales o culturales estudiados, el crear una relacion entre las tomas del antropólogo y las perspectivas de los nativos, dilema alrededor del cual se han desarrollado algunas etnografías interesantes, donde o bien, como sostengo se emigra completamente hacia una cultura, o bien en su defecto o en su reverso se hace honesta y sincera desde el principio la posición relativa que se ocupa respecto a ella y se trae esto al primer plano a modo de que lo que finalmente se obtendrá será una resultado determinado sobre una forma de relacion y de interacción en la que estuvieron en el primer plano el análisis y la reflexividad sobre las inscripciones en un lado y en el otro, las inscripciones que tenía la cultura sobre lo que le significaba el extraño, el foráneo, el metropolitano en la provincia, el pueblo, la aldea, y las inscripciones que traía consigo aquel que se introducía en una determinada realidad con un objetivo de representación, modalidades en las cuales la representación misma esta desde el principio cuestionada y relativizada y donde lo que lo que se obtiene se lo consigue desde una perspectiva de crítica de la representación, como un interface de unas relaciones en las cuales el mejor resultado ha de consistir en aquello en lo que el research se esmera desde el conocimiento de sus propios límites y limitaciones.
En este sentido valdría el esfuerzo de hacer una revisitacion critica desde el punto de vista de la crítica de la representación a modalidades de antropologia que fueron omisas hacia esta comprensión
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